Se le creía nacido en Lima el 14 de Junio de 1895. Se ignoraba el verdadero lugar de nacimiento porque su madre lo ocultó por motivos personales, derivados de la infelicidad de su matrimonio. Acuciosas investigaciones en los archivos parroquiales de Santa Catalina de Moquegua, hechas por el Dr. Guillermo Ruillón, permitió ubicar su partida de bautismo y aclarar su verdadero lugar de nacimiento. Su madre fue Doña Amalia La Chira, que afirmaba haberse casado con Francisco Eduardo Mariátegui, cosa que no era cierta. Por razones especiales se amparó en esa farsa, pues el tal Francisco Javier Mariátegui y Requejo, natural de Lima. La madre era de Sayán de familias piuranas, establecidas allí donde ejercía separaciones y largos períodos de ausencia del padre. El matrimonio fue muy infeliz, tuvieron muchas separaciones y largos períodos de ausencia del padre. La esposa tuvo que dedicarse al oficio de costurera para sostener a su familia y así se relaciona con distinguidas familias. La señorita Carmen Chocano, natural de Moquegua, invita a Amalia a radicar en nuestra ciudad; ella accede y tiene la esperanza de una vida mejor al encontrarse abandonada por el esposo. Pero ya se encuentra embarazada de José Carlos, y así el Amauta nace en la Ciudad de Moquegua el 14 de junio de 1894, en una casa de la tercera cuadra de la calle Junín. En su partida de bautizo figura con el nombre de José del Carmen Eliseo; mientras que su madre aparece como viuda y él es declarado hijo natural. Al recibir una carta del esposo que le pide regresar, vuelve a Lima, pero el padre retorna a las andanzas y abandona el hogar. Por ello es que la madre esconde la partida de nacimiento en Moquegua y lo hace figurar como nacido en Lima el 14 de junio de 1895, error que fue despejado en 1973 por el Dr. Rouillón. Pese a todos estos problemas familiares, donde el padre no cumple el papel que le corresponde y dentro de las limitaciones económicas derivadas de la numerosa familia y el humilde oficio de su madre, José Carlos no se deja abatir y se rige como el modelo del autodidacta, del hombre que consigue hacerse a sí mismo. La debilidad de su cuerpo abatido por la enfermedad, le impide participar en los juegos infantiles como otros niños. No tuvo niñez, porque desde pequeño entró e la lucha por el pan; fu así como a los doce años comienza a trabajar como mandadero de los talleres de un periódico. Pero ya en ese entonces la vida lo había comenzado a golpear, pues a los siete años sufrió un accidente del que salió con el cuerpo lesionado por siempre. Durante los años que estuvo postrado, su cerebro sólo quiere leer ávidamente; leía todo cuanto llegaba al alcance de sus manos, durante el día y la noche, desde entonces, la lectura fue refugio, su distracción. A la edad de 14 años se dedica al periodismo, iniciándose como linotipista y corrector de pruebas en el periódico “La Prensa”. En el periodismo se formó, encontró fe de superación, se educó en la escuela diaria de periodismo, porque el trabajo templó sus nervios, agudizó su inteligencia; tomó conciencia de su responsabilidad y su propio valor. A los 17 años publicó una nota que no firmó, iniciándose como periodista con tres tareas por cumplir indesmayablemente: “Trabajar, Estudiar y Meditar”. Unido a Abraham Valdelomar, Falcón, y Félix del Valle, funda la revista “Colónida”, que tuvo una existencia efímera. Escribió “Las Patadas” y “La Mariscala”. Gana el concurso municipal de literatura con su crónica “La Procesión del Señor de los Milagros”. En “El Tiempo” comenta con agudeza y sin solemnidad la actualidad política de 1918, en una sesión llamada “Voces”; frente a la crisis política de los últimos años del Gobierno Civilista del Pardo, se interesa por nuevas corrientes políticas que descalifican a la vieja democracia. En 1919 surge “La Razón”, en que Mariátegui trabaja por la causa del proletariado; apoya también a los estudiantes universitarios deseosos del remozamiento de San Marcos, hasta que el gobierno suspendió su periódico. Ese mismo año, el flamante presidente Leguía, que había dado un golpe de estado a Pardo, alegando que se le quería quitar el triunfo electoral, otorgó una beca para viajar a Europa a Mariátegui, cuya pluma le parecía un peligro para sus métodos de Gobierno, encaminados a la dictadura en la llamada “Patria Nueva”. Mariátegui permanece en Europa durante tres años recorriendo varios países donde aprende lo necesario para entender el drama Latinoamericano. Se casó en Florencia con Ana Chiappe. Al volver al Perú, no retorna como el europeizante que mira con desdén las cosas de su tierra, vuelve con el alma abierta para recoger la problemática peruana. En 1923 se aboca a interpretar la realidad peruana, reiniciando sus ensayos de crítica literaria y política, manifestando : “Tengo una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano”. Su trabajo de investigación de la realidad Nacional le ha conforme al método marxista, del cual se declaró convicto y confeso. De 1923 a 1924, dicta conferencias en la Universidad Popular Gonzáles Prada y funda la revista “Amauta”. Acuña la expresión “Peruanicemos el Perú” con la que bautizó una sección de la Revista Mundial, publicada entre 1925 y 1929; allí expresaba: “La capacidad de comprender el pasado es solidaria de la capacidad de sentir el presente y de inquietarse por el porvenir. El hombre moderno no sólo el que más ha avanzado en la previsión de lo que será” Agrega: “El Perú es todavía una nacionalidad en formación; “El Perú actual es una formación costeña” La nueva peruanidad se ha sedimentado en la tierra baja. Ni el español ni el criollo supieron ni quisieron conquistar los Andes”. Sobre la tradición piensa: “la tradición es, contra lo que desean los tradicionalistas, viva y móvil... el tradicionalismo ... es, en verdad, el mayor enemigo de la tradición. Porque se obstina interesadamente en definirla como un conjunto de reliquias inertes y símbolos extintos. No existe, pues un conflicto real entre el revolucionario y la tradición, sino para los que conciben la tradición como un museo o una momia. El conflicto es efectivo sólo con el tradicionalismo. Los revolucionarios encargan la voluntad de la sociedad de no petrificarse en un estadio, de no inmovilizarse en una actitud....” La sustancial obra de Mariátegui fue producida en su integridad entre 1923 y 1930. En este lapso, Mariátegui publicó “La escena Contemporánea”, 1925, y su obra cumbre “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana”, 1928, donde analiza el problema del Indio y su explotación, el colonialismo y el gamonalismo, la economía, educación y religión del Perú. Con posterioridad a su muerte publicó “Defensa del Marxismo”, “El alma matinal”, “La novela y la vida”. Su abundante producción de artículos, desperdigada en revistas de la época, principalmente en “El Mundial” y “Variedades” han sido recopiladas en libros bautizados con los títulos dados por Mariátegui a las secciones periodísticas donde se publicaron : “Historia de la Crisis Mundial”, “Ideología y Política”, “Cartas de Italia”, “Peruanicemos al Perú”, “Temas de Educación”, otros. El mal que lo aquejó desde su juventud lo postró en cama, perdiendo sus dos piernas y finalmente el 16 de abril de 1930 fallecía en su casa de la Calle Washington en Lima, antes de cumplir 36 años de edad; en plena juventud y cuando se esperaba mucho de su producción intelectual. Los colegios de Torata y Ubinas y el Instituto Superior Tecnológico se honran llevando su nombre, que también bautizó a la Región Moquegua-Tacna-Puno hasta 1992.
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